jueves, 18 de septiembre de 2014

The Holder of Nothing (El Portador de la Nada) - Historias de terror y Creepypastas



En cualquier cuidad, en cualquier pueblo, ve a cualquier institución mental o centro de rehabilitación a la que tengas acceso. Cuando llegues a la recepción, pide visitar aquel que se hace llamar “The Holder of Nothing”. Se debería impregnar una mirada de enorme disgusto en el rostro del empleado. Serás entonces llevado a un edificio distinto, uno que aparenta ser una antigua casa de madera. Dentro habrá un interminable corredor más extenso que la morada misma.

Estará completamente en silencio. Intentar hacer un ruido en el momento equivocado es un severo y lamentable error. Te darás cuenta de que las luces en el pasillo se irán haciendo más y más brillantes mientras te abres camino hacia el final, pronto siendo cegado por su resplandor. Si en algún momento las mismas se apagan, grita rápidamente “¡No!, ¡alto! ¡Lo que estás haciendo está mal!”, mientras retrocedes. Si la luz no vuelve, retírate por la puerta que entraste; debería seguir abierta, ojalá no estés muy lejos del acceso cuando comience a cerrarse. Si lo hace, una eternidad en el infierno sería por mucho preferible a lo que sufrirás.

Si la iluminación se restablece, continúa caminando por el corredor. Al final de éste habrá una única celda; el empleado la abrirá para ti mientras te mira con disgusto. Dentro habrá un excéntrico pastiche de colores dispuesto en diversas formaciones como arlequines. No debes ser distraído por ellas. En el centro del lugar estará una joven mujer desnuda, cubierta en sangre y atada por tiras de tendón humano. Si quitas tus ojos de ella aunque sea por un momento, te destruirá total y completamente. Solo responderá a una pregunta: “¿Qué eran ellos cuando eran uno?”.

Ella te mirará directo a los ojos y dirá la respuesta en increíble detalle. Será distinto a todo lo que hayas oído; estarás al borde tanto del éxtasis como la agonía por sus meras palabras. No es raro para un buscador perderse en la euforia. Como sea, la peor cosa que puedes hacer es ver el tatuaje en su pecho. Tu mente estará tentada en observarlo, pero debes resistir. Si lo haces, y estúpidamente colocas tu vista sobre él, caerás victima de sus terribles poderes. Te desollará vivo y añadirá tu carne a sus ataduras. Quedarás atrapado con ella, totalmente consciente, por el resto del tiempo.

El tatuaje es el objeto 4 de 538. Ellos desean ser uno otra vez, pero no deben serlo.

miércoles, 17 de septiembre de 2014

The Holder of The Eternity (El Portador de la Eternidad) - Historias de terror y Creepypastas



En cualquier cuidad, en cualquier pueblo, ve a cualquier institución mental o centro de rehabilitación a la que tengas acceso. Cuando llegues a la recepción, pide visitar aquel que se hace llamar “The Holder of The Eternity”. Un suspiro podría salir del sujeto quien te mirará con suma lástima. Te llevarán por un tramo de escaleras a lo que debería ser el sótano del edificio; sin embargo no lo es.

A medida que progreses por el vientre del edificio, comenzarás a escuchar un conjunto de gritos. Al principio será apenas audible, como si se originara en un punto distante; pero cuanto más te acerques al final del corredor, más ruidosos se volverán, hasta que resuenen tan fuerte que pareciesen consumir todos los demás sonidos. Pronto, el estruendo se volverá tan doloroso que sentirás la implacable necesidad de desgarrarte tus propios oídos para escapar de él. Es aconsejable resistir este impulso, o será imposible finalizar tu búsqueda. El empleado te mostrará una puerta, cubriéndose ambos oídos mientras lo hace. Tan rápido como pueda, la abrirá y huirá, dejándote sólo en este estrecho y oscuro pasillo.

Ésta será tu última oportunidad de escapar, si así lo decides vete. Pero si deseas continuar, ingresa; el perforador lamento acabará abruptamente dejando tus oídos zumbantes. El cuarto al que entrarás estará cubierto en una casi tangible y consumidora oscuridad, excepto por el lejano extremo de la habitación. Allí, esposado a la pared, estará una figura famélica cubierta en carne cruda. Te mirará fijamente con una maníaca expresión plantada en su rostro a pesar de estar lleno de heridas y con un escalpelo a medio enterrar en su pecho. Ahora será tu única oportunidad para salvarte, y la única manera es preguntar “¿Quién los creó?”

El cacareará agónicamente aquel lamento que precede a la muerte, como un animal que sufre su inevitable fin antes de responder. El suyo será el más terrible cuento que jamás hayas escuchado, yendo más allá de tan primitivos conceptos como el dolor y la muerte. Se profundizará en la pura esencia de la maldad; aquellos de mente débil se pierden en la locura al oír la historia del sujeto, así que mantente fuerte, no importa cuán frágil se pueda sentir tu mente.

Cuando acabe, dependerá de ti dar fin a su vida, liberándolo de su terrible carga. Remueve el escalpelo. Se estremecerá sufridamente antes de caer en silencio… por siempre.

Ese escalpelo es el Objeto 3 de 538. Está en ti si los demás deben ser protegidos o destruidos.

martes, 16 de septiembre de 2014

The Holder of The Beginning (El Portador del Comienzo) - Historias de terror y Creepypastas



En cualquier ciudad, en cualquier pueblo, ve a cualquier institución mental o centro de rehabilitación a la que tengas acceso. Cuando llegues a la recepción, pide visitar aquel que se hace llamar “The Holder of The Beggining”. Una ligera sonrisa se abrirá paso en la boca de la persona, casi como si fuera a decir, “vaya estúpido”.

Serás entonces llevado por un corredor. Aparentemente dirigido a un lugar que no debería estar. Físicamente, este espacio no debería existir en ninguna parte de la institución, sin embargo lo hace. El pasillo estará un en silencio eterno, incluso si intentas hacer ruido. Los gritos morirán antes de salir de tu boca, y las pisadas serán mitigadas. Tu guía simplemente señalará la puerta.

Si ingresas, encontrarás un cómodo cuarto lleno de una placentera, pero indefinible, esencia a perfume. En el centro del mismo, verás una hermosa mujer posicionando sus brazos como si acunara algo; al ver más de cerca te darás cuenta que, de hecho, no está cargando nada en absoluto. Este cuarto se mantendrá tan silencioso como el corredor del que llegaste, no importa cuanto intentes alterarlo. La única excepción es que hagas la pregunta “¿Por qué fueron separados?”.

La mujer entonces te explicará, con insoportable detalle, cada aterrador evento en la historia, cada lucha, cada guerra y cada violación. Ningún evento en la historia del universo escapará de tus oídos. Cuando acabe, todo caerá en el silencio. Eres libre de hacer lo que te plazca con esta información.

Esa mujer es el Objeto 2 de 538. Está en ti si son juntados o no.

lunes, 15 de septiembre de 2014

La broma del perro-araña mutante - Videos divertidos



Los polacos Sylwester Wardega han conseguido que su última broma con cámara oculta se haga viral en las redes, donde acumula más de 86 millones de visitas.

Un perro disfrazado de araña mutante ha logrado hacer gritar a más de una victima acechada en la oscuridad y en los rincones más inesperados.

Además del papel fundamental del perro actor, la broma está aderezada con una impactante y terrorífica puesta en escena: Cuerpos humanos colgados y envueltos por lo que parece ser una telaraña, un supuesto cadáver dentro del ascensor que va a utilizar la próxima víctima, o un currado escenario con trampas por toda la ciudad parecen haber sido la clave del éxito de esta broma.

La oscuridad de la noche es, sin duda, otro factor importante, algo que supieron aprovechar muy bien los chicos de Sylwester Wardega a la hora de elegir a un perro de pelaje negro para vestirlo de tarántula gigante.

Y es que quién no se sugestionaría con esos terroríficos escenarios mientras que aparece un "bicho" gigante con 8 enormes patas y te persigue.


The Holder of the End (El Portador del Fin) - Historias de terror y Creepypastas



En cualquier ciudad, en cualquier pueblo, ve a cualquier institución mental o centro de rehabilitación a la que tengas acceso. Cuando llegues a la recepción, pide visitar aquel que se hace llamar “The Holder of the End”. Un rostro que denota temor debería venir desde los empleados; serás en seguida llevado a una celda en el edificio. Estará en una profundamente escondida sección del lugar. Todo lo que oirás es el sonido de alguien hablando consigo mismo en el eco de las paredes. Es un lenguaje que no comprenderás, pero toda tu alma sentirá un terror indescriptible.

Debería parar de hablar en cualquier momento, entonces detente y rápidamente di en voz alta “Sólo estaba de paso, deseo hablar”. Si el silencio persiste, huye. Vete, no te detengas por nada, no vayas a casa, no te quedes en una posada, solo sigue corriendo; duerme cuando tu cuerpo caiga. Ya sabrás en la mañana si tu escape fue efectivo.

Si la voz en el pasillo regresa después de que dijiste esas palabras, continúa. Al alcanzar la celda lo único que verás es un cuarto sin ventanas con una persona en la esquina, hablando un lenguaje desconocido y acunando algo. La persona sólo responderá a una sola pregunta “¿Qué pasa cuando todos son reunidos?”.
La persona te mirará fijamente a los ojos y responderá tu pregunta en terrible detalle. Muchos se vuelven locos en esa misma celda, algunos desaparecen después del encuentro y unos cuantos acaban con sus vidas. Pero la mayoría hace lo peor, miran el objeto en las manos de la persona. Tú también querrás hacerlo. Estás advertido de que si lo haces, tu muerte será una con crueldad e implacable terror.

Tu fin estará en ese cuarto, en las manos de esa persona.

Ese objeto es 1 de 538. Nunca deben estar juntos.

jueves, 11 de septiembre de 2014

The Holders (Los Portadores) - Historias de terror y Creepypastas



En cualquier ciudad, en cualquier pueblo, hay una institución mental o centro de rehabilitación donde puedes intentar ir por un objeto. Había 2538 de ellos, pero dos mil se perdieron.

Los 538 restantes no deben estar juntos. Jamás.

Estas narraciones han sido recogidas de varias fuentes, muchas de ellas cuestionables. Aunque Todas tienen una trama similar: cuentan la historia de una serie de Objetos, los cuales, de ser reunidos, traerán horribles consecuencias, detalles que conducen a muchos a la locura.

La veracidad de las historias siempre ha estado en duda; así es como estaba predestinado ser. Nadie sabe si esos Objetos son reales, o si de hecho, hay un número fijo de los mismos que existen en el mundo y que anhelan una reunión con los suyos.

La especulación corre desenfrenada.

Parte de lo que hace a los relatos de The Holders tan incitante es la posibilidad de que cualquier persona pueda ir a una institución de ayuda especial y someterse a una prueba de vigor para conseguir un Objeto.

Algunos de los Holders han publicado sus propias historias añadiéndole misterio a una tétrica y enervadora serie.

Los Portadores, por si mismos, han saltado a los campos del reino y la sabiduría de tiempos inmemorables, ya que los Objetos están impacientes por su reunión. Y aunque sean poderosos y temibles, carecen de la habilidad para agruparse por su propia voluntad. Por lo tanto se ven obligados a convocar la ayuda de ciertos individuos que se convierten en Buscadores o Seekers en inglés, y cuentan con historias tan retorcidas y detestables como la de los mismos Objetos.

Los Buscadores han emprendido su viaje por tres razones principales: buscar Poder, buscar Reunión o buscar Separación. Sus metas son conocidas por convertirlos en villanos y en monstruos. Sólo podemos esperar que aquellos de corazón justo prevalezcan sobre estos seres.

Quizá haya una buena razón para que hayas llegado a este sitio, querido lector. Los Objetos han de estar convocándote.

¿Responderás su llamada?

jueves, 4 de septiembre de 2014

Leyenda de una mujer gorda - Historias de terror


Tomábamos unas copas en el living del Chueco Álvarez, que acababa de divorciarse de su mujer. Afuera, la noche era fresca y apacible; no obstante, a la hora de la cena se vio perturbada por un extraño ruido metálico proveniente desde la calle. Los perros vecinos de inmediato comenzaron a ladrar, y el Gordo Ahumada se apresuró a levantarse del sillón para echar un vistazo a través de la ventana.

-¿Y eso?- preguntó, escudriñando con insistencia la oscuridad del exterior.

El Chueco hizo un vago gesto de fastidio.

-Es una loca. Todos los días, a esta hora, pasa por aquí.

-¿Y ese ruido de latas?

-La loca anda en una silla de ruedas, porque es muy gorda y apenas puede moverse- explicó a desgano el Chueco-.

Alguien, o quizás ella misma, ató unas latas a la silla, y las arrastra por toda la calle, produciendo ese ruido infernal. Nosotros ya estamos acostumbrados, de hecho a veces ni lo escuchamos, pero es evidente que los perros no piensan de la misma manera. Y en cuanto a verla…- señaló al Gordo Ahumada, quien, tozudamente, seguía tratando de ver algo a través de los vidrios del ventanal- …No lo aconsejo. Es un espectáculo muy desagradable de ver. De verdad.

-Pues yo quiero verla- porfió el Gordo, haciéndose pantalla con ambas manos para que el reflejo de la lámpara del living no lo molestara.

-Y yo también- no pude menos que decir.

-Les advierto…- insistió el Chueco, algo intranquilo.

Pero ya era tarde, porque en ese momento, bajo la luz de la farola de la esquina, pudimos verla por primera vez. Atravesaba la calle muy lentamente, montada en una silla de ruedas de aspecto maltrecho. Las latas, atadas a la silla con cordeles de nylon, la seguían como una estela entrechocándose entre sí y tintineando. Sin embargo, esta imagen, que ya de por sí era patética y representaba gran parte de la desgracia humana, distaba mucho de ser lo peor. Lo peor era la mujer misma. Además de tener un aspecto totalmente desaseado, como si no se hubiese bañado ni cambiado la ropa en años, su cuerpo era deforme. No gordo, sino deforme. Su estómago, que parecía una bolsa de arpillera colmada de cosas inimaginables, se extendía por delante de la mujer y terminaba descansando sobre sus mismas rodillas, casi como un repugnante perrito faldero. Los brazos, rollizos pero al mismo tiempo de aspecto fuertes debido al constante ejercicio, estaban surcados por venas azuladas y negruzcas, al igual que su cuello y gran parte de su rostro. Y además, la mujer susurraba. Hablaba en forma constante, en un murmullo ininteligible, como si en realidad estuviese cantando en voz baja. Cuando le señalé el descubrimiento al Chueco, éste asintió y desvió, incómodo, la vista hacia su LED de 42 pulgadas.

-Está cantando, sí. Es una canción de cuna- abrió otra cerveza, que sacó de la cubeta con hielo dispuesta sobre la mesita ratona, y se la tomó de un largo y espasmódico trago-. Quienes conocen su historia, dicen que quedó así desde la muerte de su bebé. El chico nació con problemas cardíacos, y murió a las pocas horas. La mujer no pudo soportar el dolor, y enloqueció. Su marido la internó en una clinica psiquiatrica, pero es obvio que, o bien la mujer escapó, o algún médico insensible le dio el alta y la dejó ir- señaló con la lata de cerveza hacia la ventana, como si aún pudiera verla-. Así que ahora la tenemos ahí afuera. Pasando por aquí todos los días, quién sabe hacia qué destino. Y volviendo rabiosos, de paso, a todos los perros del vecindario.

-Pobre mujer, me da lástima- comentó el Gordo, sacudiendo la cabeza-. ¿Vive por acá?

-No lo creo- dijo el Chueco, con la mirada vidriosa-. ¿Por qué? ¿Pensás ayudarla?

-Sólo preguntaba- respondió el Gordo, a la defensiva.

-Mejor sigamos viendo el partido- sugirió el Chueco, ya de malhumor.

Y le hicimos caso, porque el tema se había vuelto incómodo con rapidez. Y no volvimos a hablar de la mujer en mucho, mucho tiempo. Tal vez fueron años. Yo casi la había olvidado cuando el Chueco la volvió a mencionar. Estaba borracho cuando lo hizo, y sus ojos estaban empañados por un velo de angustia o miedo. Acababa de divorciarse de su segunda mujer, y supusimos que ese era el motivo de su expresión de desdicha. Pero la historia que tenía para contarnos era totalmente inesperada:

-¿Se acuerdan de aquella loca en silla de ruedas?- comenzó, trastabillando con sus palabras. No espero a que nosotros le respondiéramos-. Claro que se acuerdan, ¿verdad? Es difícil olvidarla, una vez que se la mira por primera vez. Son esas personas que uno desearía no conocer jamás. Sé que está mal decirlo, pero es así. La locura… la locura es la peor aberración que conoce el ser humano. Hay algo que es aterrador, y al mismo tiempo repulsivamente fascinante, en ella. Y yo, cada día de mi vida, la veía pasar por mi ventana, arrastrando aquellas malditas latas…

-¿Qué pasó, Chueco?- dijimos casi al unísono.

El Chueco volvió a tomar un sorbo de su copa (en ese entonces había cambiado la cerveza por el whisky, evolución que se debía, sin dudas, a su próspera y pujante situación económica), luego lanzó algo parecido a una risa de hiena, que nos heló la sangre.

-¿Qué pasó? Pues que murió. Eso pasó. Un coche la atropelló, a menos de dos cuadras de mi casa. Y yo… yo que nunca me meto en lo que no me importa… esa vez quise ser solidario. Quise hacer algo que está fuera de mi forma de ser. Y fue el peor error de mi vida…

-¿Por qué? ¿Acaso el espectáculo era muy cruento? ¿O sufrió mucho?

El Chueco negó con la cabeza, sin dejar de exhibir una curiosa y ladeada sonrisa de amargura.

-Cuando llegué ya estaba muerta. Eran las dos de la tarde, quizás dos y media, y a esa hora no pasaba un alma por la calle. El conductor que la atropelló salió huyendo del lugar; yo apenas pude ver un coche de color rojo doblando por la siguiente esquina. Jeremía Escobar, un viejo vecino, estaba al lado mío, y creo que fue una suerte que estuviera ahí, porque de lo contrario… bien, creo que hubiese dudado hasta de mi cordura- el Chueco se pasó una mano por los ojos humedecidos y luego siguió el relato, mirando hacia un lugar indefinido de su jardín-. La mujer, por el impacto, había sido despedida de la silla. Creo que era una silla adaptada, porque nadie de su corpulencia hubiese podido entrar en una silla de ruedas común y corriente. Su cuerpo había quedado en posición fetal, y la cabeza… bueno, la cabeza se había estrellado contra el cordón de la vereda. Su cráneo se había abierto como una nuez…

-Jesús bendito- murmuró el Gordo, dejando su cerveza a un lado.

-Eso no fue lo peor. Es decir, he visto cosas feas, y también tuve la desgracia de presenciar muchos accidentes. Pero esa mujer… Con el viejo Jeremía nos acercamos y le controlamos el pulso, pero era evidente que estaba muerta. El viejo sacó un celular de su bata (desde que se jubiló en una empresa automotriz, el viejo anda siempre en una bata azul) y llamó a la ambulancia, mientras yo, sin poder hacer otra cosa, me dedicaba a examinar a la mujer fallecida. Sus ojos estaban llenos de tierra, y de alguna manera se veían muy tristes... ¡Cuánto sufrimiento, cuánta locura había ahí!... Me retiré unos pasos, tal vez superado por la situación, y creo que ahí fue cuando comencé a darme cuenta. El viejo Jeremía terminó de hablar por teléfono y se acercó. Nos miramos… ¿Alguna vez sintieron una conexión psíquica con alguien? ¿Una especie de electricidad, una sintonía en común que hace que las palabras sobren? Bien, porque eso fue lo que en ese jodido instante sentí con el viejo. Había algo en esa mujer que estaba mal. Terriblemente mal. La suya no era una gordura común y corriente, Dios bendito, sino algo que en cierta forma me hacía acordar otra cosa… Y entonces fue cuando la mujer se movió. Estaba muerta, tanto el viejo como yo sabíamos que lo estaba, pero de todas maneras lo hizo.

El Chueco de repente abandonó su sillón y comenzó a pasearse por la habitación. El Gordo me miró de reojo y levantó una ceja, pero yo evité devolverle la mirada.

-La mujer muerta se movió… mejor dicho, su estómago.

-Oh, no- murmuré, casi sin darme cuenta. No sabía si quería seguir escuchando el relato. No era una historia propicia para contarla en una despreocupada reunión de amigos. Pero el Chueco había comenzado a hablar, y sabía que sería imposible pararlo.

-Yo había quedado petrificado, pero el viejo Jeremía tuvo un atisbo de reacción. Se arrodilló frente a la mujer y le habló. Creo que aún quería convencerse de que seguía viva… porque esa era la explicación más racional de todas. Pero no, bastaba echar un vistazo al cráneo de la mujer, con el cerebro derramándose sobre la alcantarilla como cera derretida, para darse cuenta de que no era así. Y entonces el estómago de la mujer se movió otra vez. El vecino, poniéndose pálido de golpe, se incorporó y se dio vuelta hacia mí. “Chueco, creo que esta mujer está embarazada”, dijo, poniendo en palabras lo que hasta ese momento no queríamos expresar. “Estás loco”, le dije, a pesar de que había llegado a la misma conclusión. “Esta mujer tiene sesenta años, es imposible que…” Pero no pude seguir hablando, porque fue entonces cuando ocurrió. El estómago de la mujer se removió una vez más… y la piel se rasgó. La sangre de inmediato oscureció su vestido amarillento. Y algo, un bulto… comenzó a brotar debajo de la tela. Juro que fue así. Se movía trazando círculos. Cuando el Viejo se acercó y retiró el vestido, vimos una mano asomándose por la barriga abierta de la mujer. Eso fue suficiente para ambos. Sin decir una palabra más, nos alejamos del lugar. Yo me encerré en mi casa, hasta creo que trabé las puertas y todo. Pero aún así, cuando minutos después la ambulancia llegó, no pude evitar mirar por la ventana. Para ese entonces había algunos curiosos en el lugar, aunque no se atrevían a acercarse demasiado, porque el espectáculo era demasiado turbador. Vi que los enfermeros bajaban de la ambulancia con una camilla, y uno de ellos se arrodillaba frente a la mujer. Fue aquel momento donde lanzaron exclamaciones de asombro. El médico que los acompañaba abrió el vientre de la mujer allí mismo, quizás pensando que salvarían a la criatura… y entonces lo sacaron.

-¿Al bebé? ¿De verdad una mujer tan vieja estaba embarazada?

-Estaba embarazada, sí, pero no era un bebé. Era un hombre adulto. Con vellos en el pubis y todo.

Creo que murió allí mismo, retorciéndose sobre el asfalto, bajo la mirada horrorizada de los transeúntes y de los médicos- tomó lo que quedaba de su copa y nos miró. Debió notar nuestra perplejidad, porque volvió a señalar hacia la ventana como si aquel monstruoso hombre-bebé aún siguiera tendido sobre la calle-. ¿Acaso no lo entienden? La mujer, luego de perder su primer bebé, volvió a embarazarse. Y decidió no despegarse de él nunca más. En todos los sentidos posibles. No volvería a perder otro bebé mientras ella estuviera viva. Lo llevaría en su vientre y lo protegería… el tiempo que fuera necesario- suspiró y agregó, con voz mucho más serena:- Creo que, por primera vez en mi vida, me alegré de no tener hijos. Y nunca los tendré. Las mujeres se ponen incomprensibles y locas cuando hay un crío de por medio. Esto que les conté, es el mejor ejemplo de todos. Claro que hay otros…

Con el Gordo volvimos a intercambiar una mirada. Porque el Chueco, tal vez sin darse cuenta, acababa de informarnos el motivo por el cual se había divorciado de sus dos anteriores mujeres.

-Bueno, es una historia… un tanto rara- dije al cabo de un momento, cortando un silencio de muerte-. Es decir, eso del bebé-hombre… me llama la atención que no haya salido en ningún periódico.

-Es lo que vi. No pido que me crean. Sólo les conté lo que vi.

Se estaba poniendo de malhumor, por lo que el Gordo se apresuró a proponer un brindis:
-Por las mujeres. Por todas las mujeres buenas que hay en el mundo.

-¡Salud!- dijimos a desgano.

Curiosamente, fue la última reunión que hicimos. Después de esa noche el grupo se disolvió y cada uno siguió su camino. Lo último que supe del Chueco fue que salía con una maestra de secundaria: la mujer, por lo que escuché, era diez años mayor que él, y las posibilidades de embarazo eran, por lo tanto, casi nulas.

Autor: Mauro Croche

martes, 2 de septiembre de 2014

Muñeca maldita - Historias de terror



20 de Diciembre
Querido Papá Noel:
Soy una niña de ocho años llamada Guadalupe. Todos me dicen Lupe así que tú también puedes llamarme así. Me he portado bien todo el año, he cumplido con la tarea de la escuela, también he sido una buena hermana al cuidar del bebé cuando mamá se va de noche y regresa a la madrugada eufórica como nunca. Así que creo que merezco un buen regalo. Ayer a la tarde vi en el centro comercial la última Barbie, esa que viene con la bañera y se le puede teñir el cabello. Sé que es un poco cara, pero creo que podrás conseguirla para mí. Porfis, Papá Noel. Porfis porfis porfis

26 de Diciembre
Querido Papá Noel:
¡Muchas gracias por la muñeca! Soy la niña más feliz de este mundo. No puedo dejar de admirarla y jugar con ella. Tiene algo extraño en su mirada, pero no importa, tal vez sean cosas mías. Te mando un saludo y te deseo un buen viaje de regreso al Polo Norte. Con cariño, Lupe
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31 de Diciembre
Querido Papá Noel:
Sé que la Navidad ya pasó y que ahora seguramente debes estar descansando en tu casita en el Polo, pero quisiera pedirte una última cosa. Quiero que te lleves la muñeca. No es mi intención parecer desagradecida, en realidad estoy muy feliz con la forma en que me trataste, pero la verdad esa muñeca me da miedo. Su mirada brilla durante la noche. A veces, sobre todo cuando mi mami no está y yo quedo sola con mi hermanito, la muñeca se mueve. Traté de tirarla o dejarla en el desván, pero de alguna manera siempre vuelve a mi habitación. Tengo miedo por el bebé. Creo que quiere hacerle daño. Así que por favor, llévatela de aquí. Esta noche la dejaré cerca de la chimenea, para que te resulte más fácil encontrarla. Te mando un beso, y espero con toda mi alma que puedas leer mi carta.
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02 de Enero
Querido Papá Noel:
Veo que no leíste mi carta. La Barbie sigue aquí. Mamá se ha quebrado el cuello.
Cayó de las escaleras cuando iba a trabajar. Ahora está en coma en el hospital, le insertaron unos tubos horribles en su boca, por lo que no puede contar lo que pasó. Aunque yo si lo sé. La muñeca se atravesó en su camino. Se colocó sobre un escalón para que mi mami tropiece. Ahora nos cuida una tía lejana, pero se va a la noche porque tiene un negocio que atender. Así que yo estoy a cargo del bebé. Ayer apenas pude dormir. Vigilo a la muñeca a todas horas, pero no sé hasta qué punto podré hacerlo. Mi único aliado es Benja, el gato. La muñeca parece tenerle terror y se esconde cada vez que él se encuentra cerca. Así que lo traje a la habitación conmigo, y juntos cuidamos a mi hermanito. Pero te repito, no sé cuánto tiempo podré aguantar esta situación. Ahora que mi mamá no está, la muñeca anda a sus anchas por la casa. Aparece en el living, después en el baño, más tarde en la cocina. Y su mirada...
Sé ahora que es la muñeca del diablo. O de su hija, si la tuviese.
Por favor, Papá Noel, sé que tienes los poderes para hacer desaparecer la muñeca. Te pido que regreses y te la lleves. Porfis porfis porfis

03 de Enero
Papá Noel:
Ahora estamos totalmente solos, el bebé y yo.
Benja apareció muerto en el patio.

03 de Enero (Noche)
Papá Noel:
Ya perdí todas esperanzas. Sé que no estás leyendo mis cartas. Estamos encerrados, mi hermanito y yo, en su dormitorio. La casa está sola, y hay ruidos afuera. Una pequeña sombra aparece por debajo de la puerta. Es ella. Es la muñeca. Se agacha y me mira a través de la hendija. Sonríe. Sus ojos brillantes me dejan sin aliento. El bebé en la cuna se mueve y comienza a rezongar. Estamos solos.
Estamos solos, Papá Noel.
Y creo que la muñeca se ha cansado de jugar: ha metido medio cuerpo debajo de la puerta, y está tratando de ingresar a la habitación.

12 de Marzo
Papá Noel:
Sé que hace rato no te escribo, porque la verdad estaba enojada contigo. No leíste ninguna de mis cartas, y por tu culpa ahora yo estoy aquí, alejada de mi casa y mi familia.
El bebé está muerto.
Mi tía lo encontró a la mañana siguiente. Yo me había quedado dormida y aunque le conté de mis intentos de protegerlo de la muñeca, no me creyó.
Hicieron una autopsia al bebé, y encontraron a la muñeca dentro de su barriguita. Aún lloro cada vez que recuerdo ese terrible momento.

Luego me trajeron aquí. Conté mi historia a la dueña del lugar, le hable sobre de la muñeca y sus ojos refulgentes. De su intento de matar a mamá, y de los crímenes que cometió contra Benja y mi hermanito. La señora me escuchó atentamente , luego me mostró un video, supuestamente registrado por la cámara que está en la habitación del bebé.

En el video aparezco yo con la muñeca, pero que no parece ser la misma, no se mueve y sus ojos no brillan en la oscuridad. Me aproximo a la cuna del bebé y comienzo a meterle la muñeca por la boca. Es un video horrible, el más horrible que vi en mi vida, y trato de apartar la mirada, pero la señora me obliga a seguir viendo. En el video comienzo a gritar cosas, mientras el bebé se pone morado y se agita sobre su cuna. Le digo que lo odio, que lo odio desde que nació, ya que por su culpa tengo que quedarme hasta altas horas de la noche cuidándolo y como consecuencia mis notas han desmejorado mucho. "Mis calificaciones en la escuela eran lo mejor de mí!!...", le grito, "... ahora soy una alumna mediocre porque no tengo suficiente tiempo para estudiar como cuando vivía únicamente con mamá, y con Benja!".

El video termina ahí. No sé qué habrá pasado después, seguramente lo cortaron. Pero a mí no me engañan. Sé que la chica de la filmación no soy yo. Es la muñeca. De alguna manera se hizo pasar por mí. En este momento estoy encerrada, mientras ella debe andar en algún lugar de la ciudad, escondida y planificando sus próximos crímenes.
Pero no importa, tarde o temprano saldré de aquí, y la encontraré. Entonces me vengaré de ella. Y también de mi mamá, por haberme encerrado en este lugar.
Y de mi tía, por no creer mi historia.
Y de la señora que me mostró el video.
Y también de ti, Papá Noel.
Por no haber escuchado mis advertencias.
Por no haber leído mis cartas.
Iré al Polo Norte y te buscaré.
Y te encontraré.
No te quepan dudas de ello.
Te enseñaré a no ignorar a las niñas desamparadas como yo.
Con cariño,
Lupe
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Autor: Mauro Croche

La verdad sobre "Rugrats" - Historias de terror y Creepypastas



Era un secreto a voces pero nadie se atrevía a contarlo: “Rugrats”, conocido en España y Latinoamérica como “Rugrats, aventuras en pañales”, estaba basada en hechos reales. Si! como lo acaban de leer. Aunque más lejos de la simpática realidad que nos narraba la serie de Nickelodeon creada por Gabor Csupo, Arlene Klasky y Paul Germain, con pañales y bebes juguetones. Estos dibujos animados tenían que ver con una historia un tanto más macabra y mórbida, con referencias al juego y a dominios de la mente. ¿Es esto la explicación a “Inland Empire” de David Lynch? El director de “Mulholland Drive” estaría encantado con la verdadera historia que está circulando por la red y se ha convertido en trending topic en redes sociales como Twitter.

Los responsables de la producción obviamente negaron que la serie este basada en sucesos reales. Sin embargo fueron otros lo que han filtrado que todo nace de la historia que vende Susie, personaje de la serie y única amiga real de Angélica, a la propia cadena para crear "Rugrats". Al parecer Susie se hizo psicóloga y decidió contar al mundo la verdad sobre Angélica, así como su muerte por sobredosis el 5 de Marzo de 1994. Ella fue su amiga y le siguió el juego en sus delirios esquizofrénicos bipolares que la hacían, aparte de adicta a los narcóticos, inventar personajes imaginarios alrededor de ella. Esos ‘amigos’ imaginarios eran los protagonistas que conocimos en la popular serie.

A continuación les adjunto la historia real que circula en la red:

"Los bebés en “Rugrats, aventuras en pañales” no existen y son producto de la imaginación de Angélica, porque su madre la ignora y la relación con su padre es poco profunda. En realidad Carlitos murió hace mucho con su mamá, por lo que Charles Finster (Carlos) es un manojo de nervios. Tommy nació muerto, por lo que Stu (Stuart/Hugo) Pickles (el padre), se la pasa en el sótano haciendo juguetes para aquel hijo que no tuvo la oportunidad de nacer, y los Devilles tuvieron que abortar. Angélica no podía saber si los bebes serían hombre o mujer, entonces inventó el mismo personaje en su cabeza, pero con diferentes géneros resultando en Phily DeVille (Filiberto) y Lily DeVille (Liliana).

En “All Grown Up!” (“Rugrats Crecidos”), Angélica era una esquizofrénica bipolar, adicta a los narcóticos. Las consecuencias que trajo esto fueron conductas que remitieron a su niñez, haciendo que sus creaciones la obsesionaran de nuevo.

Para interactuar con ellos, los hizo más ‘viejos’. La madre de Angélica murió de una sobredosis de heroína. Drew Pickles (Julio), en su depresión, se casó con una prostituta busca fortunas. El único Rugrats que no era producto de la imaginación de Angélica era Dil, pero no notaba la diferencia entre él y sus creaciones.

El más pequeño no seguía sus órdenes, y en un ataque de desesperación y enojo, lo golpea reiteradas veces gritando, a lo que Hugo llega corriendo para frenarla. Sin embargo era demasiado tarde: Dil tenía una hemorragia cerebral que produjo una inevitable deformación, la cual al crecer se hizo más evidente. Por esta razón vive siendo ridiculizado por su rareza y retardo.

En la película que viajan a París, Carlos se casa con una prostituta llamada Kira (en realidad se iba a casar con una prostituta diferente, pero sólo la quería por su dinero). Kira tenía una hija llamada Kimi Finster Watanabe que le fue arrebatada por ser adicta a la cocaína (Angélica imagina a Kimi por las historias que cuenta Kira sobre la misma).

Susie fue en realidad la única amiga que tuvo y la que siguió el juego de sus creaciones imaginarías. Por ella, se convierte más tarde en psicóloga y se asocia con Nickelodeon para crear “Rugrats, aventuras en pañales”. Cuando Angélica murió por sobredosis de drogas ayudó en su funeral. Su muerte fue triste, porque gracias a su adicción fue excluida socialmente, lo que la llevó a una ruptura con la realidad, y a su eventual muerte. Ella pasó sus últimos días de vida en la parte trasera de una cafetería escolar, imaginando amigos alrededor de ella, y jugando con las vidas de sus creaciones.

Angélica muere el 5 de Marzo de 1994."

 
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